jueves, 25 de septiembre de 2008

Crimen y castigo

“…¡Caminas sobre muertos y te burlas, Belleza! El Horror, de tus broches no es el menos precioso; y el Crimen, que se encuentra entre tus caros dijes, danza amorosamente en tu vientre orgulloso” Caía la tarde y los últimos rayos de sol iluminaban nuestra mesa del Café de los Jueves. Félix lanzo al aire esos versos que aclaró “…son de Baudelaire, del libro Las Flores del Mal”. Bernardo que tenía una personalidad más práctica le pregunto a Félix cual era el objeto de esos versos. Daniel que desenvolvía un nuevo alfajor dejo suspendida la tarea, como quien se detiene y congela toda acción para escuchar la repuesta. Félix dijo: Vivimos una época en que el crimen se ha instalado. Hizo una pausa, reflexiono y agregó: En realidad, en todo tiempo, el hombre ha hecho del crimen una glorificación y digamos que se me escapó un pensamiento que se tradujo sonoro cuando debía haber quedado solo en pensamiento. José aprovecho el silencio reflexivo en que todos quedamos y gloso: “Frente a frente y dando muestras de coraje, los dos guapos se trenzaron en el bajo, y el ciruja, que era listo para el tajo, se cobró caro su amor”. José se detuvo en este punto y Félix dijo: Justamente querido José y le pidió que completara la parte final de ese tango. José hizo memoria y entonó: “Libre ya de la gayola y sin la mina, campaneando un cacho e”sol en la vereda, piensa un rato en el amor de la quemera y solloza en su dolor”. Exactamente, repitió Félix, mientras nosotros tratábamos de entender la idea. “Libre de la gayola”, repitió Félix, hubo una época, continuó, en que se pagaba por el crimen. Omar lo interrumpió y dijo: Sin embargo en la jerga mafiosa se sostiene que “… el crimen no paga…”. Es probable, respondió Félix, pero me refiero al crimen gratuito que domina nuestro tiempo. De todos modos es un tema muy complejo donde se deben enumerar los factores pasionales, los políticos, los estrictamente económicos y los que yo llamo gratuitos porque se mata solo por el placer de matar. Bernardo dijo con ironía: Ese es un motivo, después de todo. Daniel recordó: En la película “El Padrino” a Don Corleone lo quieren matar y los criminales sostienen en esa memorable escena que “…no es una cuestión personal: son negocios…”. Por un momento pensé en la naturaleza humana y creí comprender que cada crimen nos involucra. Se suele decir de algunos crímenes que son “inhumanos” o “propios de animales” como una manera lábil de ponernos fuera del asunto. La acritud y rispidez del tema me impulsaron a cambiar la conversación y pregunte cual era la película o la escena que más recordaban. Daniel tomo la posta y dijo: “La Antesala del Infierno” donde Kirk Douglas se inmola. Uff, suspiro Félix, ¡que película! Se dijo por entonces que Douglas, ese maravilloso actor, en cada film moría mejor. Omar dijo: “Casablanca” dos escenas agregó: cuando los nazis están cantando una canción e irrumpe la Marsellesa, la canción patria francesa. Y el final cuando el policía corrupto que interpretaba Claude Rains y Bogart sellan la relación con la frase “…es el inicio de una gran amistad…” José, como no podía ser de otra manera, recordó “La Casa Grande” con Luis Sandrini o “Apenas un Delincuente” con Jorge Salcedo. Bernardo nombro un icono del cine: la escena de “Octubre” de Eisentein donde el coche de bebe se desliza por las escalinatas de estación de trenes, en medio de un tiroteo entre las facciones que se disputaban el poder en la rusia comunista y que fuera reproducida en la película “Los Intocables”. Félix recordó a su vez un libro titulado “Vamos hablar de cine” de Garcia Escudero, que leí, dijo, cuando era adolescente, donde el primer capitulo se llamaba “El mundo de Puerillas” Me quedo con dos escenas de “Tiempos Modernos” de Chaplin; una, cuando sale de la cárcel y recoge un trapo rojo que cae de un camión; trapo que se colocaba cuando la carga sobresalía de la caja del camión y Chaplin, que quiere advertir al conductor de la perdida del trapo rojo, comienza a sacudirlo cuando por la esquina dobla una manifestación obrera y él queda al frente sacudiendo el trapo rojo. Es desopilante. Y el final donde el genio de Chaplin, siempre deja abierta una esperanza ante tanta pesadumbre.

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