jueves, 25 de diciembre de 2008

Acciones colaterales

"El periodismo no se toma vacaciones", había dicho Gustavo unos días antes de Navidad, como una manera imperativa para que las notas llegaran puntuales a la redacción.
"El periodismo es un sacerdocio" me dijo entonces, por lo bajo y encogiendo los hombros, Juan Carlos, quien se recuperaba rápidamente de sus "nanas". El Café de los Jueves brillaría por su ausencia por dos semanas, de tal suerte que encamine mis pasos hacía la pizzería de Omar. ¡Uy! exclamo Omar no bien me vio, "perdido como turco en la neblina". Ni más ni menos, respondí.
Podes ayudarme con los bollos, inquirió.
Ni borracho, le dije, que bastante tengo en casa.
Que semana rara, dijo Omar, fruncien-do el ceño, al tiempo que acomodaba la masa para que leudara y enharinaba el palo de amasar con prolija pulcritud. Yo miraba todo como un chico en una juguetería. Omar sonreía al ver mi pueril expresión y acotó: Ustedes se llevan la pizza empaquetada pero hay alguien que la elabora, y remató con un "chabón".
Es cierto, dije, no siempre se ve donde se cocinan las cosas.
A veces es mejor no ver, sentencio Omar. Luego me preguntó por la "barra". Nos cruzamos llamadas y mensajes de texto, le respondí. ¡Ah! -exclame- Bernardo y Félix se fueron de vacaciones. A la costa, agregué. En eso estábamos cuando veo un cartel que decía: "Pizza al Zapatazo" y mientras me "manducaba" una porción de muzzarella le señale el cartel para que me aclarara de qué se trataba.
Me dijo: "Decí que Busch no va a dar otra conferencia de prensa porque ya se las toma, pero si hubiera otra la tendría que dar con un bate de béisbol, cintura tiene, elogió Omar los exquisitos esquives del presidente americano. Pero hay que reconocer la audacia del periodista al que se le vinieron encima los gorilas y le rompieron varias costillas. Después coincidimos que no debe haber, en las democracias modernas, semejante antecedente y seguimos con el tema un rato más, hasta que mire la hora y advertí que se estaba haciendo tarde. Me rajo, dije y Omar bromeó; vas a llegar a tu casa de día y con las manos vacías y me entregó una grande de napolitana y otra de faina. "Para la familia" dijo. Le di un abrazo y me fui. Acomodé las cajas en el asiento delantero y enfilé para "las casas".
Pensé durante el trayecto en la audacia de una persona, cuya indignación lo desborda a tal punto que prefiere quedarse "en patas" y aceptar las consecuencias, que tragarse "el sapo". Recordé que apenas unos días antes había visto un documental realizado sobre la experiencia vivida, por veteranos de guerra que regresaron de Irak. Algunos tenían mutilaciones visibles, pero todos cargaban con las heridas sicológicas que no se ven pero que "…tendremos que cargar por el resto de nuestras vidas". Así dijeron y relataron como debieron acostum-brarse a matar a hombres que no supieron si eran combatientes o solo hombres civiles, mujeres y niños. Del mismo modo afirmaron, que "…en algún momentos se peguntaron que hacían allí, porque razón y no encontraron respuesta". Y finalmente no encontra-ban como situarse ante su propia familia y amigos que los trataban como héroes, cuando ellos en su interior se sentían criminales, porque comprendían muy bien que esa guerra no tenía más sentido que aquel que las inventadas por el delirio de un tipo al que solo le rozara el viento de un zapato.
Feliz Año Nuevo.
 

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