jueves, 13 de noviembre de 2008

"...vasta un botón"

En el solar del Café de los Jueves mis amigos brillaban por su ausencia. Había llegado demasiado temprano, acaso, me pregunte. Me quede parado, indeciso, cuando sentí un rítmico golpeteo en el vidrio de la ventana. Mire y vi a Daniel haciéndome señas como “…el penado catorce…”. El profesor ocupaba la mesa con carpetas y hojas, bolígrafos y demás útiles, en más, mucho más, que su diecisiete por ciento correspondiente. Me senté y le dije: Querido profesor achique el pánico porque cuando lleguen los demás tendrán que tomar lo que consuman sobre las rodillas. Ya termino, dijo Daniel y agrego, ocurre que me quería sacar estas pruebas de encima lo antes posible. A esta altura del año todos queremos cerrar el quiosco y yo no seré la excepción. Le pregunté cuando terminaban las clases en la Provincia. Creo, dijo, que en la primera semana de diciembre, pero en Capital, si siguen los paros, habrá clases “…continuadas…”, como el los cines hace cincuenta años. En eso estábamos Daniel y yo cuando llegaron Félix, Bernardo, José y Omar. Que hacen acá adentro, pregunto Bernardo, quien aseguro que la diversión estaba afuera. Si, respondió Daniel, pero el aire acondicionado esta aquí dentro. Omar se anticipó y dijo: Entre la diversión y el clima, aquí me quedo. En fin, dijo Bernardo, al tiempo que encogía los hombros. José se mantenía en silencio consumiendo su pedido, pero Félix tenía una expresión afectada. Lo conocíamos tanto que sabíamos que se mantendría taciturno hasta tanto alguien encontrara la manera que “deschavara” su desencanto. Todos hicimos silencio y lo escrutamos mientras tamborillamos con los dedos sobre la mesa. Félix mantuvo la expresión ensombrecida pero se dispuso a hablar. Dijo: He perdido toda esperanza. ¡A la flauta! Dijo Bernardo, no será mucho. Bernardo sabía como acelerar los tiempos emocionales de Félix. Que pasa con Ustedes, preguntó Félix, viven dentro de un soquete. Continuó: Este fin de semana una señora de Alberdi fue asaltada dentro de su casa por un menor y un mayor. La golpearon, la insultaron, la humillaron y le robaron lo poco que tenía. La policía actuó rápido y ambos fueron detenidos. A las pocas horas el menor fue liberado. El fiscal llamó a esta victima y le comunico la decisión de liberar al menor “…porque así lo indica la ley…”. Ese menor volvió a la noche siguiente, ingreso nuevamente en la casa y a los gritos de “…todavía seguís viva…” , golpeo con saña a esta indefensa mujer. Grave, no, preguntó Félix y prosiguió: No, dijo, lo más grave fueron las declaraciones de la Doctora Argibay, integrante de la Corte Suprema, el tribunal mayor. Félix enfatizo: ¡Los miembros superiores de uno de los poderes del estado! Los jueces dicen que ellos hablan por sus fallos, pero entonces, para que hacen declaraciones si demuestran tan falta de sentido común, o nosotros, como ciudadanos, no entendemos nada del funcionamiento legal. Será nuestra ignorancia tal que un juez nos tenga que aclarar que si se pretende bajar la edad de imputabilidad se “…llegara a condenar a niños de tres años por golpear a otro en el pelotero…” o nuestra sensibilidad como humanos comunes, quiero decir, sin títulos o cargos institucionales, será tan frágil o perversa que es necesario que la encumbrada jueza nos ilustre diciendo que “…un niño que no recibió ni el debido cariño, ni la alimentación ni ninguna otra cosa imprescindible para una buena crianza no puede ser condenado ni imputado, justamente por lo antes descripto…” Entonces me pregunto si esta señora que fue robada y golpeada no tendrá que pedir disculpas por haber denunciado a un menor y, quizás, agradecer al niño, quien no recibió una buena formación, no haberla matado. Es cierto, continuó Félix, como dijo Oscar Wilde, “Si quieres un hombre bueno, haz un niño feliz”, pero quienes tienen que accionar para que la sociedad haga niños felices sino las instituciones del estado controlando la educación y el cumplimiento de la leyes que incluye la responsabilidad de los padres y todo lo que ello implica. Cual es entonces la responsabilidad del estado que esa misma jueza, hoy integra y representa. Quizá, solo la de enunciar las carencias y lavarse las manos a lo Poncio Pilatos. Siempre es más funcional a nuestra conciencia echarle la culpa a los otros. Si, he perdido la esperanza. Si, me ensombrece y abisma el mensaje que bajan quienes tienen, porque han aceptado el puesto que ocupan, que poner en marcha las decisiones para cambiar los resortes de un poder que, hoy se les cae a pedazos.
 

blogger templates | Make Money Online