jueves, 31 de julio de 2008

Eterno femenino

“Tiene menos imagen que el televisor de mi vieja, que es a válvula”, recordó Omar, riendo a carcajadas, la respuesta de Juez, ex intendente de Córdoba Capital, cuando un periodista le preguntó sobre la imagen de Schiaretti, actual Gobernador de la “Docta”, ante los desmanes que se estaban produciendo en la capital mediterránea, mientras la legislatura debatía, a puertas cerradas, una ley que afectaría a los jubilados estatales.
Ocurrente como buen cordobés, dijo Daniel y agregó, pero salirse de la chatura predominante suele costar caro.
Conté entonces, que hace unos meses, hallándome en Nono, (N. de la R) Ñuño, en lengua Comechingón, que significa senos de mujer), provincia de Córdoba, con un funcionario de aquel pueblo, me comentó ante mi pregunta sobre el Gobernador Schiaretti, que no había mayores diferencias con De La Sota, su antecesor. “Es un político de características pretéritas y dependiente” dijo y agregó “… que había ganado las elecciones con escaso margen en escrutinio dudoso”. También le pregunté por Juez y me contestó que Juez era una persona muy capaz; “…tan franco y frontal como se lo ve, pero carente de equipo”.
Félix y Bernardo escuchaban y Daniel agregó: También me resultó gracioso como algunos noteros llamaban al proyecto de ley que se estaba debatiendo y provocaba la trifulca: “Ley de aporte solidario”.
Maravilloso, dijo Bernardo, si los “chorros” toman nota no dirán más “Esto es un asalto”, dirán al entrar a un banco, por ejemplo: “nadie se mueva, venimos por el aporte solidario de todo ustedes y el tesoro de la institución bancaria”. No me digan que no es finoli, preguntó Bernardo con malicia.
Nadie respondió. Por el pasillo del “Café de los Jueves” venía José con tal pulcritud que nadie de los que estábamos allí podíamos soslayar. Cuando llegó a nuestra mesa glosó: “Cabaret, Tropezón, y la vieja rutina…pucherito de gallina con viejo vino Carlón…”.
Félix dijo, “Dandy, peinado a la gomina…”.
Freddy le acercó una silla con la reverencia de quien le alcanza un asiento a una encumbrada personalidad. Daniel aporto lo suyo, dijo: “Viejo Smoking. …cuanta papusa “garaba” en tu solapas lloró…”.
Así me gusta, dijo José, que queden subyugados y que en esta mesa el tango tenga el espacio que se merece.
A donde vas, pregunté. “Al baile de disfraces no va a ser”, respondió José con sorna. Y agregó: Al campeonato mundial de Tango.
¿Participas?, volví a preguntar. No, pibe, voy con mis alumnos a las milongas que se hacen antes de las competencias, a ver los distintos estilos y a “…lucir mi famosa corrida…”, fanfarroneo, respondió José.
Daniel también arremetió con el interrogatorio: …¿y hay apronte en ese antro?
José tomo distancia de la mesa y señalando su cuerpo con sus brazos y sus manos en un ademán bien conocido dijo: Mira la percha, mira los “tarros”, ¿vos que crees?
¡Si¡ dijimos todos, hoy se te da. Todos reímos y nuestros humores se distendieron. José tenía una estampa envidiable de tanguero de alta escuela. Llevaba un saco negro impecable, polera y pantalón gris, infaltables tiradores y zapatos de baile negros acharolados. Pero lo que más impactaba era su incontenible alegría. La alegría propia de quien va al encuentro de lo que le gusta.
“Tan simple como eso”, pensé. Le pedí entonces unas fintas. José me complació y nos complació. Abrazo con gracia y elegancia el talle de una mujer fingida, hizo unos movimientos cadenciosos, perfectos y armoniosos, tiro unos ganchos con sus largas piernas y un quiebre de cintura. Fue suficiente. Caminó por el pasillo saliendo con el porte de un hombre lleno de vivencias, dejándonos corporizada aquella mujer fingida, a la que cada uno de nosotros le puso la apariencia de los sueños.
 

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