viernes, 2 de enero de 2009

Puntos de vista

Año nuevo, vida nueva.
Tergiversadora frases, largamente escuchada, bastamente repetida, infinitamente desgastada. La predisposición humana, nuestra predisposición para engañarnos y simular que algo de nuestra existencia, a veces monótona, aburrida, solitaria y triste cambiará repentinamente. Sin avisarnos, sin siquiera prevenirnos, año tras año, nos impulsa a creer que aquel horizonte lejano se nos vendrá encima lleno de plenitud, esperanzador y estimulante.
Pero la solo vuelta de la hoja del almanaque no bastará para que nuestros sueños vislumbren un mañana venturoso. Si no creemos en la magia o en los milagros estamos muertos, habría dicho Albert Epstein.
¿Se trata, entonces, de creer ciegamente?
Un amigo me dijo un día: "Hay que creer en una mentira para seguir viviendo". Excluía la verdad como opción. Me pregunté porqué. Y no encontré más respuestas que las que se le pueden atribuir a las ciencias duras. Aquellas del tipo que el orden de los valores no altera el producto. O que caeremos atraídos por la fuerza de nuestro propio peso.
La filosofía, en cambio, ha quedado fuera de nuestro meridiano. De niño se me dijo que la filosofía era la madre de la sabiduría. Tal afirmación hizo que mis ojos brillaran. Pensé, con la inocencia propia de un niño, que el hombre había reservado un lugar, un sitio, quizás inaccesible, donde resguardar el conocimiento posible que la inquietud humana se propusiese alcanzar.
¿Habría algún sendero por donde adentrarse? La tortuosidad de aquel camino qué escollos, abismos y precipicios pondría a nuestro pies. Asustaba, tanto como los voluminosos tratados; interminables libros llenos de misterio, abrumadores, extenuantes. Valía acaso tamaño esfuerzo.
¿Garantizaba la felicidad? ¿Refrendaría el deseo como el motor de la vida?
Se ha dicho que hay un tiempo para construir y otro para destruir; uno para amar y otro para odiar, una para recordar y otro para olvidar. ¿Pero como saberlo? Cuando es ese tiempo; acaso una mañana suena, en nuestra mesa de luz, el despertador que nos indique que ha comenzado "ese tiempo".
Cuando se es joven y la sangre golpea con fuerza inaudita; cuando nuestro cerebro se llena con la potencia de los impulsos electroquímicos todo es posible. La felicidad y el amor están a la vuelta de la esquina. También el dolor, la desdicha y la desventura, pero convenientemente capitalizados, son, así mismo, la posibilidad cierta de crecimientos futuros.
¿Futuro? Maldita proyección que oscurece el perpetuo presente donde estaremos instalados hasta el fin de los tiempos.
"Caminante no hay camino; se hace camino al andar. Y al volver la vista atrás se ha de ver la senda que no se volverá a pisar".
Una mañana reí frente al espejo. Aquel día pude ver la risa del idiota. Pero no sentí ni sorpresa ni espanto. Y estallé en carcajadas. Estaba condenado. Aún, sin poder borrar la patética expresión de mi rostro ni detener la risa dislocada, sentí honda pena por la criatura humana.
Traslade, con el artificio del mago, mi propia congoja al resto de los mortales. La hice mía. Pensé a través de un dicho campero sobre cuantos chicharrones quedarían al final de la fritada y vi solo uno: la inmolación. Pero no el atajo del suicida, ni la locura del kamikaze. No. Esa misma mañana, me arranque el corazón y lo ahogue en el lavatorio del baño. Me mantuve tranquilo y liviano. Sí, sin el corazón uno pesa menos.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Acciones colaterales

"El periodismo no se toma vacaciones", había dicho Gustavo unos días antes de Navidad, como una manera imperativa para que las notas llegaran puntuales a la redacción.
"El periodismo es un sacerdocio" me dijo entonces, por lo bajo y encogiendo los hombros, Juan Carlos, quien se recuperaba rápidamente de sus "nanas". El Café de los Jueves brillaría por su ausencia por dos semanas, de tal suerte que encamine mis pasos hacía la pizzería de Omar. ¡Uy! exclamo Omar no bien me vio, "perdido como turco en la neblina". Ni más ni menos, respondí.
Podes ayudarme con los bollos, inquirió.
Ni borracho, le dije, que bastante tengo en casa.
Que semana rara, dijo Omar, fruncien-do el ceño, al tiempo que acomodaba la masa para que leudara y enharinaba el palo de amasar con prolija pulcritud. Yo miraba todo como un chico en una juguetería. Omar sonreía al ver mi pueril expresión y acotó: Ustedes se llevan la pizza empaquetada pero hay alguien que la elabora, y remató con un "chabón".
Es cierto, dije, no siempre se ve donde se cocinan las cosas.
A veces es mejor no ver, sentencio Omar. Luego me preguntó por la "barra". Nos cruzamos llamadas y mensajes de texto, le respondí. ¡Ah! -exclame- Bernardo y Félix se fueron de vacaciones. A la costa, agregué. En eso estábamos cuando veo un cartel que decía: "Pizza al Zapatazo" y mientras me "manducaba" una porción de muzzarella le señale el cartel para que me aclarara de qué se trataba.
Me dijo: "Decí que Busch no va a dar otra conferencia de prensa porque ya se las toma, pero si hubiera otra la tendría que dar con un bate de béisbol, cintura tiene, elogió Omar los exquisitos esquives del presidente americano. Pero hay que reconocer la audacia del periodista al que se le vinieron encima los gorilas y le rompieron varias costillas. Después coincidimos que no debe haber, en las democracias modernas, semejante antecedente y seguimos con el tema un rato más, hasta que mire la hora y advertí que se estaba haciendo tarde. Me rajo, dije y Omar bromeó; vas a llegar a tu casa de día y con las manos vacías y me entregó una grande de napolitana y otra de faina. "Para la familia" dijo. Le di un abrazo y me fui. Acomodé las cajas en el asiento delantero y enfilé para "las casas".
Pensé durante el trayecto en la audacia de una persona, cuya indignación lo desborda a tal punto que prefiere quedarse "en patas" y aceptar las consecuencias, que tragarse "el sapo". Recordé que apenas unos días antes había visto un documental realizado sobre la experiencia vivida, por veteranos de guerra que regresaron de Irak. Algunos tenían mutilaciones visibles, pero todos cargaban con las heridas sicológicas que no se ven pero que "…tendremos que cargar por el resto de nuestras vidas". Así dijeron y relataron como debieron acostum-brarse a matar a hombres que no supieron si eran combatientes o solo hombres civiles, mujeres y niños. Del mismo modo afirmaron, que "…en algún momentos se peguntaron que hacían allí, porque razón y no encontraron respuesta". Y finalmente no encontra-ban como situarse ante su propia familia y amigos que los trataban como héroes, cuando ellos en su interior se sentían criminales, porque comprendían muy bien que esa guerra no tenía más sentido que aquel que las inventadas por el delirio de un tipo al que solo le rozara el viento de un zapato.
Feliz Año Nuevo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Corre Papa Noel, corre

Diciembre corre vertiginoso. Tan rápido que todo se precipita fatigosamente hacía el fin del año. Pensé y recordé, entonces, que en estos días el Gobierno Nacional cumple un año de convulsionada gestión. Desde el discurso de asunción, el errático intento de la liberación de Ingrid Betancuore, sobre el fin de año, donde el Presidente saliente viajo a la frontera de Colombia y Venezuela como parte de la comitiva garante de aquel fallido proceso; la crisis por la resolución 125, que paralizó al campo tres meses, tiempo de exasperante e inútil crispación entre los sectores que se disputan, sempiternamente, los espacios de poder. Las primeras y tibias informaciones sobre la crisis financiera inmobiliaria en los Estados Unidos, que luego se convertirían en derrumbes bursátiles mundiales, como el anuncio de un ventarrón lejano al que no se le presta demasiada atención y el cual creemos que jamás nos alcanzará y que prontamente comienza a arrancarnos la ropa del tendedero. Las protestas docentes y estudiantiles atravesadas por las cerbatanas políticas. La estatización de Aerolíneas Argentinas y las jubilaciones privadas. Y el anuncio de nuevas medidas para amortiguar la desaceleración del crecimiento económico, paliativos estrechamente evaluados pero rápidamente anunciados. Por otra parte, se debatió en ambas cámaras la nueva propuesta del Ejecutivo para impulsar el blanqueo de trabajadores y capitales externos de dudoso origen.
Camino al Café de los Jueves, al encuentro con mis queridos amigos, las imagines de esos acontecimientos fulguraron por mi mente tan velozmente como un rayo y tuve que hacer un esfuerzo, como tantas otras veces, para no caer en decepciones ensombrecedoras. Traspasé la puerta del bar y la sola presencia de los afectos dibujó una sonrisa en mi cara. Quien te ha visto y quién te ve, dijo el profesor Daniel al verme llegar con mi sonrisa dibujada. ¿A qué se debe esa expresión de placidez pueril? preguntó Félix.
Ah, dije con ingenuo disimulo, recibí un piropo de una damisela y señale por la ventana, justo, cuando pasaba una señora canosa, quien se apoyaba, encorvada, en un bastón. Pucha, que se devaluó la autoestima, dijo Bernardo mirando por sobre los anteojos.
¡No!, dije, esa es la abuela, la nieta ingreso al local de ropa. Y agregué con exagerado entusiasmo: esperen ver la "potra" de la nieta. Mientras le pedía a Freddy mi cortado liviano los mantuve entretenidos, un buen rato, mirando por la ventana. Lo codeé a José quien dijo, yo la vi y rompe las baldosas, no se la pierdan. Les recomendó y les sugirió "…salgan a la vereda". Hubo amagues de salir pero no pudimos aguantar la risa y la broma se frustró. Las bromas relajan, dijo Bernardo y todos nos dejamos llevar por el momento de distensión. Omar hizo la pregunta políticamente correcta pero indeseable: ¿Dónde van a pasar Navidad, muchachos? Y agregó, cae jueves. Hubo respuesta a coro: Aquí, no. Pero disparando de los petardos y las luces de colores. ¡Feliz Navidad!

viernes, 12 de diciembre de 2008

“Hacete amigo del juez…”

"Describían los habientes desde arriba" escribió Sartre, en un ensayo titulado "Que es la Literatura", en referencia a ciertos voluminosos libros publicados por la editorial Hachette, en la década del treinta, a los que calificaba de "…volúmenes de silencio". Y se preguntaba, en relación a aquellos escritores y la posición ideológica que adoptaban. ¿Pero donde estaban; suspendidos en el aire? Félix arremetió con esa parrafada que anunciaba una larga y monótona disertación. Bernardo le dijo: Si va para largo, doy una vuelta manzana y vuelvo. Daniel apretó el alfajor como quien evalúa la consistencia de la maza y Omar y José se acomodaron en sus sillas dándole una vuelta previa de manera exagerada. Dale vos, dijo Félix dirigiéndose a Bernardo con tono resignado. Pero, por favor, estimado licenciado, faltaba más, continúe, dijo Bernardo que se confortaba con molestar a Félix. Bien, dijo Félix e hizo una pausa para tomar aliento e impulso: Vi, por televisión, a una señora de cabellos blancos, rostro regordete y anteojos de armazón nacarado, que me recordó a esas abuelas de publicidad, muy pulcra, muy "producida" que calificaba a la sociedad de esquizofrénica.
Y para justificar aquella calificación se refirió a los tratados internacionales a los que nuestro país suscribió y que, según ella, la ciudadanía se enorgullece de tales compromisos asumidos pero que no parece estar dispuesta a respetar. Si bien esta señora se expresaba en correcto castellano pensé que se trataba de alguien que no vivía aquí. Pero no, era ni más ni menos que la Jueza Argibay, quien se daba el lujo de calificar a nuestra sociedad como si ella no fuera parte de la misma. Y remato su concienzudo aporte con un: "…tengo miedo al linchamiento o al gatillo fácil" en referencia a los menores delincuentes. Debo reconocer que esta señora tiene poca suerte, porque apenas unas horas después, varios ciudadanos fueron víctimas del "gatillo fácil" de menores y mayores, que dedican su vida a joder al prójimo. Parece, continuó Félix, que como cuatrocientos mil menores no estudian ni trabajan. No trabajan, claro, porque en estos tiempos que corren los niños, que según el Pacto de San José de Costa Rica, son tales hasta los dieciocho años, no deben hacer tal cosa. Félix se enardeció: ¡Pero porqué no se los obliga a estudiar, entonces! Yo, grito Félix, empecé a trabajar antes de cumplir catorce años y me aportaban a la Caja de Ahorro. ¡Me ganaba un sueldo y un ahorro! ¡Hace cuarenta y cinco años los pibes de esa edad; ¿qué éramos? ¡Adultos! Íbamos a la "nocturna". Ah, eso sí, otro integrante de la Corte Suprema de Justicia, el inmaculado Fayh, pidió a la prensa que "…no se metan con la Justicia" y le reclamen al Congreso. Estamos fritos, exhaló Félix un estertor de agonía. Se pasan la pelota. Yo no soy la prensa, soy un ciudadano y el Juez Fayh integra un poder del Estado. A mí como a cualquier ciudadano se me podrá juzgar por un delito, una falta o lo que sea, pero no se me puede ni debe impedir que piense, observe y reclame para que los imbéciles dejen de contaminar. Freddy, traeme un coñac, pidió Félix. Freddy preguntó con ingenuidad, ¿Coñac, con treinta grados? José lo miro a Freddy y le dijo por lo bajo: Pibe, trae el coñac y no jodas.

jueves, 27 de noviembre de 2008

TRIUNFOS PERIODITICOS

Me retiraba de la redacción, salude a Gustavo, pero antes de partir me hizo una seña que no comprendí hasta ver una caja, especie de alcancía, que había colocado sobre un escritorio. Portaba la siguiente leyenda: Debido a la crisis internacional, tenga a bien hacer un aporte para el café, el azúcar, la yerba, leche en polvo y demás. Me eche a reír. Me hizo gracia la seña que Gustavo hizo: Sin levantar la mirada del escritorio señalaba con el dedo índice de su mano extendida, hacía la “alcancía”, toda vez que alguien se retiraba de la redacción. Deje cinco mangos al tiempo que dije: La crisis da para todo. Al llegar al Café de los Jueves, desde la vereda de enfrente, vi a mis viejos amigos reír a carcajadas sentados en el solar del bar. La copiosa risa los sacudía en sus sillas. Cuando me vieron llegar las risas se interrumpieron abruptamente y Bernardo advirtió con sarcasmo: Guarda, que llega el periodista. No me di por aludido y llamé a Freddy para pedir mi cortado liviano. Sin embargo dije ya que el silencio se prolongaba: Sigan sin mí. Hagan de cuenta que no estoy. José, por veterano más conciliador me dijo: Comenzaron a chacotear con la Copa David y los periodistas e intercambiaron anécdotas que fueron potenciando entre unos y otros una rabiosa hilaridad. Bernardo volvió a la carga y dijo: No te ofendas, pretendió aclarar. Pasa que ustedes deben haber estudiado periodismo en el Industrial Huergo. Luego Bernardo insinuó a modo de pregunta: No me queda claro si la carrera es la misma para el periodista del diario o hay otra, además, para periodismo televisivo y radial. Son especializaciones, respondí. Y aclare: La carrera es Ciencias de la Comunicación. Todo lo demás son cursos de posgrado. Decime, dijo Omar, ADEPA, que pito toca, más allá de reclamar ante cualquier crítica que se “…ataca la libertad de prensa”. Omar continuó: alguna vez se sanciona algún periodista por imbecil? Tanto como Dios y la Patria demandan al funcionario, dije. Daniel, distendido, señalo: Nos pasa siempre lo mismo; de toda la vida. Nos creemos los mejores y luego cuando la realidad nos aplasta buscamos a quien culpar. Tendríamos que inventar un deporte al que llamaríamos. Buscando al culpable. Remato Daniel. Seguro que en ese también perdemos, dijo Félix. La David se perdió porque a nuestros aficionados les faltó, Daniel hizo una pausa fingida buscando las palabras apropiadas, “viveza criolla”, eso les falto. Recuerden esta expresión que va hacer historia, reafirmo Daniel. En lugar de aplaudir cada punto, tanto de los nuestros como de los de ellos, deberíamos haber aleccionado a nuestros “fanáticos”, que pagaron para ver la contienda deportiva la módica suma de entre mil y cuatro mil pesos, que alentaran a nuestros deportistas con estribillos tales como: “…a estos putos les tenemos que ganar”. Abuchear a los contrarios ante cada intervención y al arbitro también y por las dudas y así. Y así, continuó Daniel, con irónico histrionismo, hoy seriamos los flamantes poseedores de la ensaladera, que más que ensaladera se parece a la hoya donde mi vieja batía los huevos para hacer crema. Félix aportó. El tarambana de Feidmann, que la juega de periodista dijo cuando se enteró que Nadal no venía. “Que no venga; arrugo. Y nosotros nos quedamos con la Copa, y a llorar a la iglesia”. Mira si será idiota este fulano que antes de las Olimpiadas, durante la preparación y puesta a punto, nuestro equipo de básquet jugo un amistoso con Lituania y se perdió. Que dijo el gíl éste: “Pero como perdemos contra estos tipos que no los conoce nadie” Justamente Lituania, que es uno de los cinco equipos más fuertes en este deporte. Bueno, bien, interrumpió Bernardo, pero digámonos la verdad. Perdimos porque nuestros jugadores no se hicieron presentes en la conferencia de prensa. Por lo menos fue lo que dijo Salatino, que de tenis debe saber mucho. Si, refrendó Omar, hay que saber mucho de este deporte para sacar tamaña conclusión. Hay que mirar las cosas por el costado positivo, volvió adentrarse Daniel, nos llevamos una réplica de la Copa y a Acassuso le van a dar el Premio al Llanto. Lloró en Rusia y lloró aquí, incluso con más prestancia. ¡Che! Dijo Omar, no le den al “chucho” que hizo demasiado, teniendo en cuenta que no tiene revés, perdió ahí nomás. Si, dijo Bernardo, parecía un alma en pena cada vez que iba a recibir, encorvado, el saque de Verdazco. José me dijo por lo bajo; Así estaba la cosa antes que llegaras. Y yo les dije que esto se parecía más a la parodia de los jubilados en la Tuerca, que a una mesa de café.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Aprenda rápido y ría

"Noviembre está en su tramo final y la llegada del último mes del año, supone, como cada año, una agitación tan enloquecedora como incomprensible", dijo Daniel, al tiempo que acomodaba una pila de alfajores.
Yo, dijo Omar, me hice estampar una remera con la siguiente leyenda: "Feliz Navidad, Feliz año nuevo, Felices Pascuas, Feliz cumpleaños, Mi más sentido pésame, de ahora y para siempre" y voy hacer muchas para venderlas, así que el que se quiere anotar, que me avise.
Bernardo por su parte comentó: Va ser interesante cuando tus clientes pidan una de muzzarella y una remera. Sabes la gente que esta harta de diciembre y el interminable recordatorio de saludos y deseos que deben prodigarse, aún sin la menor ganas o porque crees que ya muchos toman vacaciones desde mitad de diciembre, replicó Omar. Si las cosas toman el rumbo que anuncian los opinólogos mediáticos, este va ser un diciembre "…a puertas cerradas", afirmo Bernardo. Félix, que se había mantenido agazapado saco un cuaderno donde tenia unas anotaciones y leyó: Titulo, cómo producir un noticiero televisivo. Tómese sesenta minutos y descuéntesele doce a quince minutos de publicidad. Nos quedan cuarenta y cinco. Colóquese frente a las cámaras dos conductores, un hombre y una mujer. Un comentarista deportivo, uno de espectáculos y otro para que nos diga como seguirá el clima, la temperatura, la humedad, etc. Cuando se encienda la cámara y luego de los saludos y las bromas entre los integrantes del noticiero, como si estuvieran en el living de su casa, quiero decir en la casa de ellos, hágase un comentario sobre el tiempo y titúleselo, por ejemplo: "Caluroso". Prosígase con el enunciado de las noticias. Naturalmente la primera de ellas deberá ser la más atrapante con la fina intención de mantener al espectador frente a la pantalla. Del mismo modo cuando la cámara retorna al piso, los colaboradores anunciaran sus temas específicos que desarrollaran "…en instantes". Félix hizo una pequeña interrupción para dar vuelta la página y nos dio el tiempo justo para un nuevo pedido de café en esta opaca tarde del Café de los Jueves. Continuó: Ya consumido el primer bloque los conductores invitarán a la pausa anunciando que luego de ella se desarrollara la nota más destacada. Cuando se vuelve de la tanda se presenta a un movilero que se encontrará, seguramente, en medio de una manifestación y dará micrófono a uno de los protestotes de turno quien acusará a los funcionarios por no acceder a los "…justos reclamos…" Nuevamente en el piso se pasara a otra nota que nada tiene que ver, claro, con aquella que uno esta esperando. Más bromas entre los amigos panelistas y a otra tanda comercial. Y así hasta que al final pasan la nota que estuvimos esperando desde el principio. Félix cerró el cuaderno y se preguntó: ¿Cómo se hace para tener un canal de información abierto las veinticuatro horas? Fácil, respondió. Repítase este procedimiento cada media hora. Otros recursos genuinos son utilizar leyendas tales como: "Ultimo Momento" "Alerta" "Ultima Información" y como hay que llenar espacio y consumir tiempo se anuncia cualquier cosa que se suponga información tales como que dejó de funcionar un semáforo en tal esquina o el accidente nuestro de cada día, que de tantos ya no son noticias o que puede caer piedra en tal localidad de una provincia que queda a mil kilómetros de la capital y el conurbano donde esta la mayor audiencia. O anunciar con la misma gravedad la estampida del barril de crudo a ciento cuarenta y cuatro dólares o la baja a cincuenta. Sin olvidar la gráfica a pie de pantalla donde uno puede apreciar los desaguisados gramaticales. Y dejar para el horario central, los sabelotodos que nos espantan con sus anuncios de cataclismo económicos, despidos masivos, caída del consumo y otras atrocidades que nos alegran la existencia y cuya feliz exaltación nos impulsa a comprarnos una buena cuerda y colgarnos del mejor árbol, que por aquí hay muy fuertes. En fin, finalizó Félix, me hace acordar a un salmo que escuche en una vieja película con Ray Millan que se titulo "La visión de rayos X", "Si tu mirada es perversa, arráncate los ojos".

jueves, 13 de noviembre de 2008

"...vasta un botón"

En el solar del Café de los Jueves mis amigos brillaban por su ausencia. Había llegado demasiado temprano, acaso, me pregunte. Me quede parado, indeciso, cuando sentí un rítmico golpeteo en el vidrio de la ventana. Mire y vi a Daniel haciéndome señas como “…el penado catorce…”. El profesor ocupaba la mesa con carpetas y hojas, bolígrafos y demás útiles, en más, mucho más, que su diecisiete por ciento correspondiente. Me senté y le dije: Querido profesor achique el pánico porque cuando lleguen los demás tendrán que tomar lo que consuman sobre las rodillas. Ya termino, dijo Daniel y agrego, ocurre que me quería sacar estas pruebas de encima lo antes posible. A esta altura del año todos queremos cerrar el quiosco y yo no seré la excepción. Le pregunté cuando terminaban las clases en la Provincia. Creo, dijo, que en la primera semana de diciembre, pero en Capital, si siguen los paros, habrá clases “…continuadas…”, como el los cines hace cincuenta años. En eso estábamos Daniel y yo cuando llegaron Félix, Bernardo, José y Omar. Que hacen acá adentro, pregunto Bernardo, quien aseguro que la diversión estaba afuera. Si, respondió Daniel, pero el aire acondicionado esta aquí dentro. Omar se anticipó y dijo: Entre la diversión y el clima, aquí me quedo. En fin, dijo Bernardo, al tiempo que encogía los hombros. José se mantenía en silencio consumiendo su pedido, pero Félix tenía una expresión afectada. Lo conocíamos tanto que sabíamos que se mantendría taciturno hasta tanto alguien encontrara la manera que “deschavara” su desencanto. Todos hicimos silencio y lo escrutamos mientras tamborillamos con los dedos sobre la mesa. Félix mantuvo la expresión ensombrecida pero se dispuso a hablar. Dijo: He perdido toda esperanza. ¡A la flauta! Dijo Bernardo, no será mucho. Bernardo sabía como acelerar los tiempos emocionales de Félix. Que pasa con Ustedes, preguntó Félix, viven dentro de un soquete. Continuó: Este fin de semana una señora de Alberdi fue asaltada dentro de su casa por un menor y un mayor. La golpearon, la insultaron, la humillaron y le robaron lo poco que tenía. La policía actuó rápido y ambos fueron detenidos. A las pocas horas el menor fue liberado. El fiscal llamó a esta victima y le comunico la decisión de liberar al menor “…porque así lo indica la ley…”. Ese menor volvió a la noche siguiente, ingreso nuevamente en la casa y a los gritos de “…todavía seguís viva…” , golpeo con saña a esta indefensa mujer. Grave, no, preguntó Félix y prosiguió: No, dijo, lo más grave fueron las declaraciones de la Doctora Argibay, integrante de la Corte Suprema, el tribunal mayor. Félix enfatizo: ¡Los miembros superiores de uno de los poderes del estado! Los jueces dicen que ellos hablan por sus fallos, pero entonces, para que hacen declaraciones si demuestran tan falta de sentido común, o nosotros, como ciudadanos, no entendemos nada del funcionamiento legal. Será nuestra ignorancia tal que un juez nos tenga que aclarar que si se pretende bajar la edad de imputabilidad se “…llegara a condenar a niños de tres años por golpear a otro en el pelotero…” o nuestra sensibilidad como humanos comunes, quiero decir, sin títulos o cargos institucionales, será tan frágil o perversa que es necesario que la encumbrada jueza nos ilustre diciendo que “…un niño que no recibió ni el debido cariño, ni la alimentación ni ninguna otra cosa imprescindible para una buena crianza no puede ser condenado ni imputado, justamente por lo antes descripto…” Entonces me pregunto si esta señora que fue robada y golpeada no tendrá que pedir disculpas por haber denunciado a un menor y, quizás, agradecer al niño, quien no recibió una buena formación, no haberla matado. Es cierto, continuó Félix, como dijo Oscar Wilde, “Si quieres un hombre bueno, haz un niño feliz”, pero quienes tienen que accionar para que la sociedad haga niños felices sino las instituciones del estado controlando la educación y el cumplimiento de la leyes que incluye la responsabilidad de los padres y todo lo que ello implica. Cual es entonces la responsabilidad del estado que esa misma jueza, hoy integra y representa. Quizá, solo la de enunciar las carencias y lavarse las manos a lo Poncio Pilatos. Siempre es más funcional a nuestra conciencia echarle la culpa a los otros. Si, he perdido la esperanza. Si, me ensombrece y abisma el mensaje que bajan quienes tienen, porque han aceptado el puesto que ocupan, que poner en marcha las decisiones para cambiar los resortes de un poder que, hoy se les cae a pedazos.
 

blogger templates | Make Money Online