jueves, 23 de octubre de 2008

Niños y Jubilados

Las matemáticas son una ciencia exacta, dijo Félix, mirándolo al profesor Daniel, y dejo flotando un, “cierto”, interrogativo. Si es así, prosiguió, me pregunto porqué no se ejemplifica con una ecuación simple. En la soleada tarde del jueves, la charla había comenzado por el tema de la jubilación y la eliminación de las AFJP, proyecto que deberá debatirse en el Congreso. La mesa aún no estaba completa pues no había llegado ni Bernardo ni José. Las matemáticas son exactas, pero las jubilaciones no, respondió Daniel. Continuó. El asunto es muy complejo, incluso para los que tienen alguna injerencia en él. De acuerdo, dijo Félix, pero cómo un ciudadano, cuya ocupación esta lejos de estos asuntos, pueda entender algo tan simple como cuanto va a cobrar de jubilación una vez que deje de trabajar. En el sistema estatal de reparto tus haberes tienen que ver con tus aportes, me refiero a la categoría, según seas obrero, empleado, profesional o empresario, dijo Daniel. Félix intentó, vanamente, interrumpir, pero Daniel continuó. Pero, siempre hay un pero, lo que vas a cobrar tiene que ver con la cantidad de trabajadores activos que estén aportando al sistema. Cierto es que se ha establecido un haber mínimo, incluso el afamado 82% móvil, como haber máximo. Cuando se decidió impulsar el sistema de capitalización, las cajas de jubilados estaban quebradas, entre otras cosas, por las constantes metidas de manos, para cubrir otros agujeros de nuestra desfalcada economía. Por otra parte, prosiguió Daniel, la cantidad de desocupados y ocupados o sub ocupados que no aportaban, en negro quiero decir, hacía que los recursos de las cajas no alcanzara sino para un mendrugo miserable. El sistema de capitalización argumentaba como atractivo mayor que la cuenta de cada futuro jubilado sería individual y se podría comprobar, mes a mes, cuanto era el capital de cada cuenta. Y sí, las empresas informaban mes a mes, pero se hacían los distraídos en cuanto a los descuentos administrativos, justamente para manejar esas gigantescas sumas de dinero. Para, grito Félix, comete un alfajor y dejame decir algo a mí. Daniel se interrumpió y Félix dijo: Pongamos por caso que yo acumule ochenta mil pesos desde que comenzó el sistema de capitalización hasta que me jubile, si vivo diez años, es decir hasta los setenta y cinco me van a dar algo menos que setecientos pesos por mes, pero si vivo más, estoy frito.Te conviene morirte pronto, jaraneo Omar. Ni eso, dijo Félix, porque se quedan con el resto. Juro que no entiendo ni me fue explicado por nadie que cantidad de dinero debo juntar en mi cuanta para tener un ingreso que me permita vivir decorosamente. Tres palos verdes, continuó Omar con la chacota. Llegaron José y Bernardo. Bernardo traía una expresión de satisfacción que anunciaba que iba a contar vaya a saber qué. Tengo un sobrino genial, dijo Bernardo, el pibe tiene catorce años pero no se le escapa nada. A vos seguro que no se parece, dijo Omar, quien continuaba con el humor irónico. Se le ocurrió una estupenda idea, siguió Bernardo, que van a poner en práctica en su escuela secundaria de Capital. Y tiene todo bien calculado. Les cuento. La semana próxima van a solicitar a cada profesor que les ponga un diez y les dirán como tienen que hacer para ponerles la nota; Dirán: Profesor, tome la lapicera y ponga diez en números. Si los profesores se niegan, van a instalar una carpa en la puerta del colegio, con actitud pacífica. Haciendo hincapié en “en paz”, venimos a reclamar lo justo y lo que nos corresponde. Si le impiden instalar la carpa, dirán que son “reprimidos indiscriminadamente” y se pondrán apósitos en los ojos, nariz, orejas y otras partes del cuerpo, para que todos vean la “brutal represión” a la que fueron sometidos por los reclamos justos que los profesores se niegan a acceder. Y de paso van a ir “a la huelga” de alumnos por tiempo indeterminado, especulando con que si no hay alumnos, para qué pagarles a los profesores o maestros, quienes después de todo, paran cuando quieren y nos dejan sin clases. No tengo un sobrino genial, nos preguntó Bernardo, con una sonrisa cómplice. Los pibes siguen el ejemplo, dijo Daniel, y esta bien.

No hay comentarios:

 

blogger templates | Make Money Online